MENS SANA IN CORPORE SANO
Los Valores (Iª Parte)
Cuando ya llevamos algunas jornadas de la Liga Profesional de Futbol y del comienzo de todas las categoría inferiores a primera división en todos los deportes, y con la emoción del Mundial, he creído conveniente titular mi primer artículo de opinión sobre los valores, “Mens sana in corpore sano”, para hacer una llamada al deporte sano, donde reine la deportividad y no se caiga en el error de convertir el deporte en un espectáculo de karate. Y ni que decir tiene, cuando se consumen ciertas sustancias no permitidas que luego pasan factura en el control de dopaje manchando para siempre la identidad humana de la persona.
Cuando la mente está sana en un cuerpo sano, todo está sano. Hoy día se oye, por activa y por pasiva, la frase escandalosa: “Todos está permitido. Nada es pecado”, y estamos convirtiendo nuestra sociedad en un caos de personas sin valores ningunos y se nos plantea un futuro de los más catastrófico posible. Podrán pensar que estoy exagerando, pero es lo veo día a día entre las personas que me rodean y en los jóvenes con los que me encuentro, dando gracias a Dios que nos son la mayoría.
Cuando el ser humano no adquiere una serie de valores desde pequeños, o lo adquieren pero los van perdiendo y devaluando a lo largo de su crecimiento y maduración personal, sobre todo en la adolescencia y principio de la juventud, y no hay un fundamento real en una escala de valores consolidada, ante cualquier problema que tengan que afrontar no van a ser capaces de solucionarlo, ya que siempre recurrirán a los padres que son los que solucionan todo y han “mal educado” a los hijos a base de caprichitos y comodidades. ¿Cuántas veces no oigo a los padres de mis alumnos decirles a sus hijos: “si apruebas todo te compro una moto”, y resulta que han suspendido todo y le compran la moto igualmente? ¿Por qué los padres permiten que los hijos con tan solo doce años ya fumen, beban sin control y mantengan ya sus primeras relaciones sexuales sin saber, a veces, las consecuencias que ello puede acarrear? Estoy seguro que el noventa por ciento de los padres, ni siquiera saben que sus hijos hacen eso, y si lo saben no lo quieren asumir. Y si nos vamos a edades más avanzadas, como son los dieciséis años en adelante, empiezan con los porros y acaban con la droga. Y que nadie se equivoque: que siempre se dice que los porros no hacen nada, y que por ahí se empieza todo.
¿Dónde está la clave? En la pérdida de valores fundamentales del ser humano. ¿Cómo un padre o una madre se puede dar cuenta de que a su hijo le está pasando algo de esto? Muy fácil: en los cambios de conducta. Si la persona en cuestión tiene cientos hábitos positivos adquiridos, fundamentados en ciertos valores educativos, y cambia de aptitud y comportamiento, es que algo está pasando. La “droga en cuestión” no es el problema. El problema es descubrir qué es lo que al joven le ha llevado a consumir. (Continuará la próxima semana).
jesus.zapata@diocesisalmeria.es
Los Valores (Iª Parte)
Cuando ya llevamos algunas jornadas de la Liga Profesional de Futbol y del comienzo de todas las categoría inferiores a primera división en todos los deportes, y con la emoción del Mundial, he creído conveniente titular mi primer artículo de opinión sobre los valores, “Mens sana in corpore sano”, para hacer una llamada al deporte sano, donde reine la deportividad y no se caiga en el error de convertir el deporte en un espectáculo de karate. Y ni que decir tiene, cuando se consumen ciertas sustancias no permitidas que luego pasan factura en el control de dopaje manchando para siempre la identidad humana de la persona.
Cuando la mente está sana en un cuerpo sano, todo está sano. Hoy día se oye, por activa y por pasiva, la frase escandalosa: “Todos está permitido. Nada es pecado”, y estamos convirtiendo nuestra sociedad en un caos de personas sin valores ningunos y se nos plantea un futuro de los más catastrófico posible. Podrán pensar que estoy exagerando, pero es lo veo día a día entre las personas que me rodean y en los jóvenes con los que me encuentro, dando gracias a Dios que nos son la mayoría.
Cuando el ser humano no adquiere una serie de valores desde pequeños, o lo adquieren pero los van perdiendo y devaluando a lo largo de su crecimiento y maduración personal, sobre todo en la adolescencia y principio de la juventud, y no hay un fundamento real en una escala de valores consolidada, ante cualquier problema que tengan que afrontar no van a ser capaces de solucionarlo, ya que siempre recurrirán a los padres que son los que solucionan todo y han “mal educado” a los hijos a base de caprichitos y comodidades. ¿Cuántas veces no oigo a los padres de mis alumnos decirles a sus hijos: “si apruebas todo te compro una moto”, y resulta que han suspendido todo y le compran la moto igualmente? ¿Por qué los padres permiten que los hijos con tan solo doce años ya fumen, beban sin control y mantengan ya sus primeras relaciones sexuales sin saber, a veces, las consecuencias que ello puede acarrear? Estoy seguro que el noventa por ciento de los padres, ni siquiera saben que sus hijos hacen eso, y si lo saben no lo quieren asumir. Y si nos vamos a edades más avanzadas, como son los dieciséis años en adelante, empiezan con los porros y acaban con la droga. Y que nadie se equivoque: que siempre se dice que los porros no hacen nada, y que por ahí se empieza todo.
¿Dónde está la clave? En la pérdida de valores fundamentales del ser humano. ¿Cómo un padre o una madre se puede dar cuenta de que a su hijo le está pasando algo de esto? Muy fácil: en los cambios de conducta. Si la persona en cuestión tiene cientos hábitos positivos adquiridos, fundamentados en ciertos valores educativos, y cambia de aptitud y comportamiento, es que algo está pasando. La “droga en cuestión” no es el problema. El problema es descubrir qué es lo que al joven le ha llevado a consumir. (Continuará la próxima semana).
jesus.zapata@diocesisalmeria.es
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